Corazón, cabeza y manos
Cuando tenía siete años, una de las compañeras de juego de Ruth Ouazana anunció que no quería contagiarse "la enfermedad judía" de Ruth, cuyos padres eran judíos marroquíes. Como ambas eran hijas de emigrantes africanos a Francia, esa declaración maliciosa dejó a Ruth atónita.