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Religión y política del G20: "Seamos uno"
Los casos del COVID-19 han aumentado considerablemente en América Latina. ¿Cuáles son las necesidades más urgentes de la región en este momento y qué tipo de soluciones se requieren?
Si hay algo característico de una pandemia es la ausencia de límites o fronteras. La Organización Mundial de la Salud la define como la propagación mundial de una nueva enfermedad. El COVID-19 no sólo afectó a América Latina, sino al mundo entero, y la necesidad más urgente para la humanidad en su conjunto es encontrar una vacuna para este virus.
Según la Organización Internacional del Trabajo, casi la mitad de la fuerza laboral mundial corre actualmente el riesgo de perder sus medios de subsistencia. ¿Cómo pueden las comunidades religiosas colaborar con los dirigentes políticos para reducir las desigualdades que este proceso está generando en América Latina?
Además de la función puramente espiritual que cubren, las diferentes entidades religiosas también tienen asignada una tarea de solidaridad, con el fin de atender las necesidades de los menos afortunados con eficiencia y pericia. Esto constituye una valiosa contribución, en el ámbito de la cooperación con las diferentes capas de la administración estatal, tanto a nivel nacional como provincial o municipal.
Al comienzo de mi actual mandato, firmé un acuerdo entre el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto y el Ministerio de Desarrollo Social sobre la labor social de las organizaciones religiosas. El alcance de este acuerdo significa articular y desarrollar la forma más sólida posible de cooperación para facilitar la acción social con las organizaciones religiosas, incluidas las diversas iglesias, confesiones y entidades o comunidades religiosas. Se presta especial atención a los diferentes proyectos, programas y planes que son administrados y ejecutados por el gobierno nacional.
El COVID-19 ha tenido un impacto particularmente fuerte en el sector de la alimentación y la agricultura. ¿Qué medidas pueden adoptarse para garantizar que las personas tengan acceso a los alimentos y a las necesidades básicas?
A finales de marzo, se puso en marcha una nueva iniciativa privada en cooperación con el gobierno argentino. Se llamó #SeamosUno y contó con el apoyo activo del Presidente de Argentina, junto con el sector privado y asociaciones intermedias, distintas entidades religiosas -el Centro de Investigación y Acción Social (CIAS), Cáritas, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina, la Compañía de Jesús, el Consejo de Pastores de la CABA, la Asociación Mutual Israelita Argentina- participaron en la iniciativa, apoyando a los necesitados con productos alimenticios y de higiene.
El cambio climático afecta a un número cada vez mayor de aspectos de nuestras vidas y sociedades. ¿Cómo pueden las comunidades religiosas trabajar para preservar nuestros recursos naturales?
La encíclica del Papa Francisco "Laudato sí", dirigida no sólo a los católicos, sino a todas las personas "de buena voluntad", es, en mi opinión, el mejor compendio de directrices para la acción en este sentido. Pueden ser seguidas por todas las personas, todas las religiones y todos los gobiernos del mundo.
¿Qué se puede hacer para promover el acceso de las mujeres a la educación y su inclusión en la fuerza de trabajo de la región, así como en los procesos de construcción de la paz?
Argentina respeta el principio de autonomía de las diferentes entidades religiosas. Sin embargo, al mismo tiempo, y con la misma determinación, el gobierno nacional también promueve la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres. Una medida concreta adoptada por el Presidente argentino al comienzo de su mandato fue la creación del Ministerio de la Mujer, el Género y la Diversidad, que puso en marcha el Programa Nacional de Igualdad de Género en el Trabajo, el Empleo y la Producción, "Igualar". Este programa tiene por objeto reducir las brechas de género y la segregación estructural. En cuanto a la representación política, de acuerdo a nuestras leyes, las listas de candidatos a senadores nacionales y diputados nacionales y de MERCOSUR (mercado común del sur) presentan una perfecta alternancia entre candidatos femeninos y masculinos.
¿A qué desafíos se enfrentan los gobiernos de la región en su interacción con las comunidades religiosas? ¿Hay alguna lección de la que podrían beneficiarse otras regiones con una mayor diversidad religiosa?
Como funcionario del gobierno nacional, no puedo hablar de otros países, pero como Secretario de Culto de Argentina puedo afirmar con firmeza que, desde sus orígenes, la República Argentina ha valorado y respetado el derecho a la libertad de religión. Lo ha hecho desde su nacimiento como nación. Nuestra Constitución otorga este derecho a todas las personas sin ninguna distinción o exclusión de ningún grupo religioso: Cristianos, judíos, musulmanes, hindúes, budistas, por nombrar algunos. Al mismo tiempo, puedo decir que una de las políticas de nuestro gobierno es la protección de la libertad religiosa como un derecho humano fundamental a través de la promoción del diálogo interreligioso y la coexistencia pacífica desde una perspectiva social, para las personas de todas las religiones, incluidos los que no profesan una fe. En este sentido, Argentina constituye un valioso ejemplo a seguir como sociedad organizada en la que se respetan las libertades y la democracia.
En su calidad de Secretario de Culto de Argentina, el Embajador Guillermo Rodolfo Oliveri ha promovido activamente la cooperación entre las organizaciones religiosas y el Gobierno. Tras su participación en las consultas regionales del Foro Interreligioso del G20 en América Latina, habló con el KAICIID acerca de las necesidades más apremiantes de la región, desde el aumento de las desigualdades hasta la urgente necesidad de una respuesta al COVID-19, para prevenir la pobreza y el hambre.
Tras haber crecido en una comunidad judía muy unida de Buenos Aires, Argentina, la primera experiencia de Marcelo Bater en…