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Organizaciones internacionales se asocian con líderes religiosos para llegar a las comunidades más vulnerables durante la pandemia de COVID-19
El Papa Francisco dirigiendo la misa de Pascua en una basílica vacía de San Pedro. Imágenes solitarias de la Kaaba en la Meca y la ausencia de peregrinos rezando a su alrededor. Sesiones de meditación digitales, devociones en línea y la Santa Comunión servida en el extremo de un tubo de PVC.
A medida que los líderes religiosos reaccionan ante la realidad que se impone para las prácticas religiosas durante la pandemia de COVID-19, las organizaciones sin ánimo de lucro, los líderes políticos y las instituciones intergubernamentales trabajan con las comunidades religiosas para desarrollar planes, implementar estrategias y proporcionar orientación sobre lo que se puede hacer para mitigar los impactos sociales, económicos y políticos del virus.
"Al virus no le importa la etnia o la nacionalidad, la facción o la fe. Ataca a todos, implacablemente", dice el Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres. "Juntos podemos y venceremos a este virus, con cooperación, solidaridad y fe en nuestra humanidad común".
Los socios del KAICIID, como la Alianza de Civilizaciones y la Oficina de las Naciones Unidas para la Prevención del Genocidio y la Responsabilidad de Proteger, han pedido una cooperación más estrecha con los líderes religiosos de todo el mundo para ayudarles a ejercer un papel relevante en la educación, la preparación y la respuesta durante la pandemia de COVID-19.
UNICEF y Religiones por la Paz también han puesto en marcha una iniciativa mundial multirreligiosa destinada a concienciar sobre las repercusiones que puede ocasionar el COVID-19 en los niños, que son especialmente vulnerables.
Otros grupos, como la Alianza Internacional sobre Religión y Desarrollo Sostenible (PaRD) y la Red de pacificadores religiosos y tradicionales, están ofreciendo herramientas en línea y seminarios web para ayudar a los líderes religiosos a apoyar a sus comunidades durante la pandemia.
Las formas en que las comunidades y los líderes religiosos pueden responder son innumerables, comenta Eiman Kheir, jefe de la Dirección de Organizaciones de Ciudadanos y Diáspora (CIDO) de la Unión Africana. Éstos también desempeñan un papel especial para llegar a las comunidades más allá del alcance de las instituciones más grandes.
"Las comunidades religiosas están formadas de un modo diferente al nuestro", dijo, "pueden hablar con las bases y ayudar a localizar y traducir los mensajes con su gente".
Kheir dice que los resultados de una encuesta que la Alianza de Civilizaciones distribuyó a agentes no estatales revelaban que los dirigentes religiosos ponían de relieve algunas cuestiones relacionadas con la pandemia en las que otros dirigentes no reparaban.
Además de señalar la desinformación, proporcionar asesoramiento espiritual y defender la inviolabilidad de la vida, las comunidades religiosas han señalado "la violencia perpetrada por quienes luchan contra las adicciones", dijo Kheir. Si bien la violencia en el hogar ha sido motivo de gran preocupación para muchos encargados de las medidas políticas, en Sudáfrica en particular, los dirigentes religiosos señalaron un posible aumento de la violencia en personas que experimentan síndrome de abstinencia mientras están encerradas.
La capacidad de las comunidades religiosas para defender los derechos de las personas vulnerables es fundamental, señala Jørgen Thomsen, miembro del Grupo Directivo de la PaRD y Asesor Principal de la ACT Alianza.
Más allá de contrarrestar los prejuicios, proporcionar información objetiva y regular las prácticas religiosas de acuerdo con las directrices de distanciamiento social, Thomsen indica que las comunidades religiosas tienen una tarea especial de proteger los espacios cívicos, los derechos humanos y fomentar la solidaridad "en un momento en que algunos están amenazados en nombre de la 'seguridad nacional' o de otras órdenes de confinamiento".
Según Thomsen, muchos actores religiosos están visitando los campos de refugiados y las prisiones para prestar apoyo caritativo y llevar a cabo una importante labor basada en los derechos. Los actores religiosos son sumamente importantes, "para ayudar a asegurar que las medidas del toque de queda en los campamentos se administren de manera humana o que "los derechos de los reclusos se respeten en medio de cualquier medida que se adopte para reducir la propagación de la enfermedad".
En una declaración reciente, la Red de pacificadores religiosos y tradicionales escribió que también es muy importante que los líderes religiosos se adhieran a la orientación emitida por los funcionarios gubernamentales y de salud y que sean modelos de conducta para sus comunidades. "Éste es un momento esencial para que la comunidad internacional colabore en la búsqueda de soluciones y apoye a quienes están en mejor posición para salvar vidas".
Este mensaje fue replicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). "Los líderes políticos, los líderes religiosos y los líderes de las comunidades civiles tienen un papel especial que desempeñar aquí para tender puentes y también para decir a nuestros seguidores que se adhieran a la moralidad básica justa", dijo el Dr. Tedros Adhamon Ghebreyesus, Director General de la OMS.
Thomsen está de acuerdo en que los líderes religiosos no deben animar a sus seguidores a ignorar los consejos sanitarios o a seguir reuniéndose en contra de las pautas indicadas por la OMS y otros organismos. Para ello, señala que es importante recordar que "la fe y la ciencia trabajan juntas".
Kheir destacó los esfuerzos intra e interreligiosos del imán Belall Maudarbux en Mauricio como un excelente ejemplo de "un enfoque muy imparcial en el análisis de cómo la gente no debe ir a los lugares de culto debido al riesgo de propagación del virus".
Señalando la tradición islámica, Maudarbux apeló a sus compatriotas musulmanes y a otras comunidades religiosas para asegurarse de que su respuesta esté en consonancia con un prudente asesoramiento en materia de salud.
Thomsen también sugiere que las personas religiosas deben mantenerse en contacto con su comunidad de manera virtual, participar en la defensa de sus causas desde donde se encuentren y buscar formas innovadoras de participar en la conversación sobre COVID-19.
Thomson y Kheir esperan que las relaciones que se están formando entre los encargados de formular políticas y los líderes religiosos se extiendan mucho tiempo después de que termine la pandemia, en particular en los sectores humanitario y de desarrollo internacional.
"Hasta ahora, no hemos podido crear un espacio para las comunidades religiosas en el espectro político", dice Kheir. "Siempre se planteaba como una reflexión que se debería hacer a posteriori, o como apoyo en la aplicación de políticas, pero creo que ya es hora de que abramos el debate entre los organismos religiosos para poder hacer recomendaciones desde el principio y no después de los acontecimientos".
"Por muy terrible que sea esta situación", comenta Thomsen, "nuestra respuesta es también una oportunidad para destacar aquello por lo que la PaRD está tratando de trabajar: la relevancia y la necesidad de los actores religiosos en el desarrollo y la ayuda humanitaria, en general y ante crisis mundiales como ésta en particular".
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