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Creando comunidades interreligiosas cohesionadas
Cuando crecía en Nigeria, Fatima Madaki esperaba estudiar medicina, creyendo que era la mejor manera de salvar vidas. De adulta, se dio cuenta de que podía conseguir más en la calle que en los hospitales. "Había muchos problemas sociales que sabía que podía abordar sin ser una profesional de la medicina", dijo.
"Quería entender cómo y por qué la gente hace las cosas que hace. Así que estudié psicología en la universidad, con la esperanza de que me permitiera abordar mejor los problemas sociales".
Aunque creció en una comunidad predominantemente musulmana de un país dividido por líneas religiosas y étnicas, el círculo social de la joven Fátima incluía todas las religiones, lo que le enseñó a creer que la gente era generalmente cariñosa y hospitalaria. Para ella, descubrir la cruda polarización y las narrativas divisorias que prosperaban más allá de su experiencia inmediata fue una constatación contundente. "Esto me hizo estar aún más convencida de que el campo de la construcción de la paz es donde tengo que estar", dijo Fátima.
Animada por un ardiente deseo de reparar la discordia entre las comunidades cristianas y musulmanas de Nigeria, Fátima ha acumulado un impresionante historial de iniciativas. Hasta la fecha, ha trabajado con varias organizaciones, como Mercy Corps y Search for Common Ground (SFCG), y en una amplia gama de temas de desarrollo. Con el tiempo, decidió que su principal objetivo sería colaborar con las comunidades religiosas y llevar a cabo sesiones de diálogo significativas.
"Cuanto más crees que sabes, más te das cuenta de que en realidad no sabes mucho", explicó Fátima.
En cuanto a su decisión de reforzar su ya amplia experiencia en la promoción de la paz uniéndose al Programa de Becas, no sólo sentía que sus métodos habituales podían mejorarse, sino que también quería aumentar sus conocimientos sobre el diálogo interreligioso.
Su curiosidad por saber cómo se puede utilizar el diálogo para influir en los problemas de cohesión social fue la clave para que buscara el Programa de Becas. Con el KAICIID aprendí que el diálogo interreligioso no sólo consiste en resolver problemas, sino también en comprender mejor al "otro"".
No tenemos que hacer que la gente sea exactamente como nosotros. Una vez que te das cuenta de eso, es cuando puedes empezar a empatizar", dijo. Tras completar el Programa de Becas, Fátima ha cambiado su forma de trabajar. Mientras que antes sólo se relacionaba con expertos establecidos en el ámbito de la promoción de la paz, su formación le ha enseñado la importancia de incluir perspectivas de todas las edades y todos los ámbitos de la vida.
"Ser becada del KAICIID me ha ayudado incluso a entender mejor cómo llevar a cabo el diálogo intergeneracional. Ese es el objetivo de mi nueva iniciativa, reunir a personas, jóvenes y mayores, para intercambiar ideas sobre cómo proteger mejor los lugares religiosos", dijo.
Fátima trabaja actualmente con SFCG Nigeria como coordinadora de proyectos en el proyecto Advancing Religious Tolerance, en el que participan líderes religiosos y otros actores estatales y no estatales de alto nivel. Confiesa que antes llevaba las afiliaciones institucionales como una armadura profesional, utilizando la conexión organizativa para crear un tipo de distanciamiento que le impedía absorber el impacto emocional de su trabajo.
Fue la formación como becada, en particular las sesiones de diálogo, lo que la ayudó a despojarse del escudo protector. "Llegué a comprender las diferentes capas de la identidad y en una sesión de diálogo en particular, incluso fui capaz de llorar. Hasta entonces, no me había dado cuenta de que llevaba una gran carga emocional en mi papel de promotora de la paz. Sentí que tenía que ser fuerte para que los demás pudieran serlo también", dijo. Además de quitar las capas de impenetrabilidad, ser una ex alumna del programa de becarios ha contribuido a mejorar el espíritu de Fátima en este campo.
"Al no ser una especialista en religión, a veces es difícil relacionarse con los religiosos porque sientes que no tienes suficiente autoridad o conocimiento", admitió.
"Pero ser becada me ha permitido acceder a ellos. También me ha permitido establecer vínculos para movilizar recursos y compartir conocimientos. Me he puesto en contacto con otros ex becados para que me aconsejen sobre las actividades que quiero llevar a cabo, o para que me den su opinión sobre los proyectos que estoy diseñando. Hablar con ellos me ayuda a entender mejor la dinámica de los conflictos". Más allá de beneficiarse de la red, Fátima la está ampliando activamente. "En el sector del compromiso religioso hay espacio para que nos reunamos para realizar misiones de revisión y planificar estrategias", dijo.
"Por eso he iniciado un proceso en el que la SFCG colabora con el KAICIID en Nigeria para organizar reuniones trimestrales en las que reunimos a las organizaciones de compromiso religioso y a la sociedad civil para revisar diversas iniciativas y ver qué está funcionando. También evaluamos lo que hay que mejorar y la mejor manera de evaluar el impacto de manera más eficaz". Cuando se habla de la durabilidad de sus esfuerzos en una Nigeria a veces volátil, Fátima tiene claro lo que se necesita para prolongar el impacto. En su opinión, demasiadas organizaciones fracasan al convertir la formación en episodios puntuales, en lugar de compromisos a largo plazo. Aquí es donde el KAICIID se diferencia.
"El apoyo posterior a la formación que ofrece el KAICIID a los becados, en forma de pequeñas subvenciones, reconoce el hecho de que, a veces, las ideas brillantes mueren al llegar por falta de apoyo", dijo.
Fátima atribuye a la disposición del KAICIID a apoyar incluso los esfuerzos de base el haberla ayudado a poner en marcha varias iniciativas de consolidación de la paz que van más allá del ámbito de su función principal en el SFCG. Para Fátima, el objetivo de trabajar por una Nigeria en la que la gente venga a aprender cómo construir la paz con éxito sigue siendo primordial.
Esa visión puede parecer a veces lejana, ya que los turbulentos cambios en las estructuras sociales, políticas y religiosas del país mantienen a todos en vilo. Aun así, Fátima cree que el proceso de formación y diálogo que le ha ayudado a encontrar su vulnerabilidad también le da esperanza. "Si he podido experimentar eso, y si a otras personas se les concede la oportunidad de experimentar algo similar, entonces podremos avanzar con nuestros puntos en común como valor clave para un cambio duradero", dijo.
En el corazón de Abuja (Nigeria), los…