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- Ludovic Kpefio: “Todas las personas que mueren son centroafricanas”
Cuando en 2010 el abad Ludovic Berthin Kpefio Mbana Passanguere, católico, dejó su país, la República Centroafricana, para cursar Estudios Islámicos en Malí, su decisión sorprendió a mucha gente. Sin embargo, quería adquirir conocimientos objetivos sobre el islam y aprender cómo llevar a cabo el diálogo interreligioso. Estaba convencido de que el hecho de conocer al otro sería de gran ayuda para el diálogo y contribuiría a evitar la aprensión y las concepciones erróneas.
“(La gente) no se lo podía creer, porque las comunidades convivían pacíficamente. Sin embargo, en cuanto estalló el conflicto, en 2013, ambos bandos (cristianos y musulmanes) me pidieron que realizara presentaciones y que organizara talleres y conferencias sobre el diálogo interreligioso”, recuerda este participante del Programa de Becas del KAICIID en África.
El padre Kpefio, de 38 años, trabajó en dos iglesias ubicadas en PK5, enclave musulmán de Bangui, que ha sido el epicentro de numerosos ataques en el marco del conflicto reciente. En 2008 y 2011 fue párroco de San Matías de Mulumba, y entre 2011 y 2014 también lo fue de San Miguel de Bazanga, a tan solo 800 metros de la mezquita central de Bangui.
Ludovic Kpefio (de pie, a la izquierda) durante un taller en N'délé, al noreste de la RCA (a 1.000 km de Bangui)
En 2011 fue nombrado jefe de la Comisión de Diálogo Interreligioso de la Archidiócesis de Bangui, y desde entonces ha dirigido un equipo integrado por dos sacerdotes, dos religiosas y dos laicos, que ofrecen sesiones de capacitación sobre temas relacionados con el islam y el diálogo interreligioso. En la actualidad desempeña asimismo los cargos de Director Nacional de Obras Católicas en Bangui, Director del Centro San Juan XXIII, Secretario de la Comisión Episcopal para el Apostolado Laico y Capellán Nacional de la Fraternidad de San José.
El padre Kpefio se encontraba en la iglesia de Nuestra Señora de Fátima el 1 de mayo de 2018 cuando se produjo un atentado que provocó la muerte a 15 personas, incluido un sacerdote, el abad Albert Tungumale Baba, e hirió a muchas otras. En un momento en el que el temor de que se produzca una nueva oleada de violencia en la República Centroafricana va en aumento, el abad Ludovic Kpefio comparte su historia y describe el horror del ataque, pero también expresa esperanza por lo que sus conciudadanos pueden lograr a través del diálogo en favor de la reconciliación.
¿Qué recuerda del atentado del 1 de mayo?
Acudí a la parroquia de Nuestra Señora de Fátima para celebrar con los miembros de la Fraternidad de San José la renovación de sus votos y de su compromiso como miembros de esa fraternidad. Había más de 400 promitentes y más de 2.000 asistentes. En total, debía de haber en torno a 3.000 personas.
La celebración de la Eucaristía comenzó con total serenidad a las 9:25 am. Dos horas después sonaron los disparos. Al principio cundió el pánico entre la comunidad cristiana. Después, el párroco tomó el micrófono pidiendo calma. Funcionó durante un momento, pero el tiroteo continuó. Dado que los terroristas se encontraban al otro lado de la verja de la iglesia, pedí al celebrante principal que el coro dejara de cantar y que se interrumpiera la celebración eucarística, puesto que todos estábamos en peligro de muerte. Me puse en pie y pedí a todos los sacerdotes que abandonaran el altar inmediatamente. Decidimos evacuar del altar a los bailarines litúrgicos, que en su mayoría eran niñas de 6 a 10 años de edad. Abandonaron el altar bajo una lluvia de balas y se metieron en el presbiterio de la parroquia. A continuación fuimos a la oficina del Vicario para llamar a las fuerzas de seguridad.
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Cuando la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima, en Bangui, fue atacada el 1 de mayo, 15 personas murieron y muchas más resultaron heridas
¿Por qué razones se cometió este atentado?
Los terroristas pretendían atentar directamente contra la comunidad cristiana católica mientras rezaba. El ataque duró dos horas y utilizaron armas cortas, armas largas y granadas; por lo tanto, queda claro que habían preparado el atentado meticulosamente. La intención expresa de los terroristas era matar al mayor número posible de personas. Como si esto no fuera suficiente, algunos de ellos habían trepado a los mangos que crecían en la parte exterior de la verja para asesinar a los pobres fieles.
Fueron dos horas de terror, matanza y absoluta carnicería. Las balas silbaban por todas partes; las mujeres y las niñas se desmayaban de miedo. Fue espantoso. Las granadas, al explotar, arrancaron ambas piernas a una mujer que estaba dando el pecho a su hija, y mutilaron y mataron a otras tres personas. Una mujer discapacitada recibió impactos de bala en su pierna derecha y no podía moverse. Cuando el abad Albert Tungumale Baba acudió a socorrerla, le dispararon y cayó muerto. La gente huía en todas las direcciones. Era una auténtica locura.
Sin embargo, Dios salvó muchas vidas humanas e inspiró a los jóvenes, que rompieron el muro lateral de la verja y consiguieron evacuar a muchas personas, entre las que había gente que había sufrido múltiples heridas.
Hace cuatro años, esa misma iglesia también fue objeto de un atentado en el que murieron 18 personas, entre ellas un sacerdote. ¿A qué se deben los repetidos ataques contra este templo?
Es importante aclarar que los contextos en los que se produjeron ambos atentados eran radicalmente opuestos. En mayo de 2014, el objetivo de los terroristas eran los desplazados internos que se habían refugiado en el patio de la iglesia de Fátima. En cambio, el atentado del 1 de mayo de 2018 iba dirigido contra la comunidad cristiana católica, concretamente contra los miembros de la Fraternidad de San José de la Arquidiócesis de Bangui, algunos de los cuales se encontraban renovando sus votos. El lugar y los autores de la masacre fueron los mismos, pero las víctimas y las circunstancias fueron diferentes.
En 2014, el padre Emile Nzale pasaba por el lugar cuando comenzó el ataque y se refugió en el patio de la parroquia. Los atacantes llegaron allí con el propósito de matar, y como era un hombre mayor, no pudo correr ni trepar por el muro de la parroquia. Por eso lo asesinaron a tiros junto a las otras víctimas. En esta ocasión, el abad Albert Tungumale Baba, que era el párroco de la iglesia de San Matías en el KM5, había venido para concelebrar la eucaristía y participar en las ceremonias de promesa de San José, donde había ejercido anteriormente como capellán. Cuando llegaron los terroristas, no accedieron al patio de la iglesia, sino que nos dispararon desde lejos y mataron a mucha gente.
¿En qué situación se encuentra la parroquia actualmente?
Aunque la iglesia está destruida, los servicios religiosos aún se están llevando a cabo y el Cardenal Nzapalainga ha alentado a los sacerdotes a continuar con sus actividades pastorales en estos tiempos difíciles
La situación hoy día es complicada, porque los sacerdotes todavía se encuentran bajo los efectos del shock psicológico y del trauma que les han provocado estos trágicos sucesos. La infraestructura de la iglesia está gravemente dañada y la reparación exigirá una suma (de dinero) colosal. Los sacerdotes siguen celebrando las ceremonias religiosas a pesar de que el ambiente en torno a la iglesia es tenso y amenazador, debido al desplazamiento masivo de la población civil a otros barrios.
El cardenal Dieudonné (Nzapalainga) ha aumentado sus visitas a la comunidad para animar a los sacerdotes a continuar con sus actividades pastorales en estos tiempos difíciles. Les motiva para que conforten a los fieles y sanen las heridas del pasado; de ese modo podrán superar estas tribulaciones. Esto evidencia la heroicidad de los pastores que no abandonan su rebaño, y les ayuda con su presencia y su orientación espiritual en tiempos de necesidad.
Los medios de comunicación informaron que el ataque desencadenó una ola de violencia contra las mezquitas. ¿Qué mensaje se envió a la comunidad parroquial después del atentado? El Papa Francisco hizo un llamamiento a “decir no a la violencia y a la venganza para construir la paz”. Pero ¿cómo se puede evitar la venganza?
En cuanto la gente supo que la iglesia de Nuestra Señora de Fátima había sido atacada por terroristas y que había numerosas personas fallecidas, incluido el abad Albert Tungumale Baba, la muchedumbre reaccionó con ira y causó daños en la mezquita de Ngaragba, situada en el distrito 7.º de Bangui. También arrojaron al río los materiales de construcción de la mezquita de Lakouanga, en el distrito 2.º de la ciudad.
Sin embargo, los llamamientos y exhortaciones del cardenal Dieudonné pidiendo calma y moderación fueron escuchados por el pueblo y por la comunidad cristiana. De todos modos, las tensiones persisten en las zonas y barrios de los distritos 3.º y 5.º.
El objetivo de toda religión es fomentar y contribuir a la cohesión social y la convivencia pacífica. Nos encontramos en un momento crucial; por el momento, la mayoría de la población centroafricana ha aceptado y elegido el camino de la paz, y su decisión ha contribuido en gran medida a la consolidación de la paz y al cese de la violencia. Sin embargo, los sucesos del 1 de mayo de 2018 causaron un profundo desconcierto entre la población. Los líderes de las comunidades religiosas debemos instar a nuestros fieles a renunciar al espíritu de violencia y venganza. La convivencia en el seno de nuestras comunidades es la única forma de lograr la paz. Por lo tanto, es necesario comunicar mensajes de paz, tolerancia, convivencia pacífica y perdón a través de las radios confesionales así como en nuestras homilías, sermones y predicaciones.
En resumen, debemos aprender a vivir juntos. Tenemos un destino común y no podemos eliminar, excluir ni abolir comunidad alguna. Juntos, trabajando de la mano, podremos construir nuestro país.
Albert Tungumale Baba es el segundo sacerdote asesinado en un mes durante ataques deliberados contra iglesias. ¿Qué mensaje desea enviar a los autores y a los familiares de las víctimas?
Asesinar a un sacerdote es un pecado muy grave, porque es el intermediario entre los seres humanos y Dios. El sacerdote recibe a todo hombre y a toda mujer, sin distinción, y les proporciona orientación humana, social y espiritual, ayudándoles a encontrar soluciones a sus problemas. El sacerdote es amigo de todos. Es neutral.
La vida humana es sagrada. Así se establece en el preámbulo de varias constituciones y leyes. La propia Biblia, y también el Corán, nos prohíben matar a ningún ser humano, pues son nuestros congéneres. Es imprescindible que cese el derramamiento de sangre. La justicia de Dios es implacable. Ha llegado el momento de abandonar la senda de la perdición y tomar la de la vida, o lo que es lo mismo, la del amor, la tolerancia, la paz, la convivencia, la alegría, la caridad y la concordia.
A las familias de las víctimas les ofrezco mis condolencias desde lo más profundo de mi corazón. El Señor enjugará sus lágrimas y sanará sus heridas. La venganza solamente provocará más muerte y el comienzo de un nuevo ciclo de violencia. Son tiempos difíciles de digerir y superar, pero el Señor proveerá.
¿Cómo fue su experiencia trabajando en una parroquia del KM5?
Después de haber trabajado dos veces en el KM5, el enclave musulmán de Bangui, el abad Kpefio fue nombrado jefe de la Comisión de Diálogo Interreligioso de la Arquidiócesis de Bangui. También es el Director del Centro de San Juan XXIII, que incluye la iglesia de San Isidro Bakandja (en la foto)
Lo hice en dos ocasiones, en la parroquia de San Matías de Mulumba y en la de San Miguel de Bazanga. Mantuve excelentes relaciones con los jóvenes musulmanes, unas buenas relaciones de vecindad. Querían saber qué actividades pastorales realizaba yo durante el día y yo, por mi parte, deseaba conocer mejor su vida y sus actividades, sobre todo las religiosas, como los discursos que pronunciaba el imán durante las plegarias de los viernes. Fue una experiencia muy enriquecedora. Cuando me asignaron a otra parroquia, muchos jóvenes musulmanes se sintieron tristes y algunos incluso lloraron, pero volví para visitarles y vivimos momentos muy felices.
Las dos iglesias fueron incendiadas durante los sucesos de 2014 y 2015. Se reubicaron en barrios cercanos al KM5 y hoy siguen celebrando misas y otros servicios religiosos.
A su juicio, ¿por qué es importante el diálogo interreligioso en su país?
El diálogo interreligioso es importante en nuestro país porque, tras el atentado terrorista contra la iglesia de Fátima, vivimos un momento crucial. Si no se hace nada ahora, el número de fallecidos aumentará. Es urgente e imperativo actuar; debemos crear conciencia a través de la radio y promover la consolidación de la paz transmitiendo mensajes de paz, amor y no violencia para desarmar los corazones y las mentes.
En segundo lugar, es fundamental que los líderes religiosos (musulmanes, protestantes y católicos) se reúnan en torno a una misma mesa y diseñen juntos campañas de sensibilización con un mensaje unitario: deseamos una convivencia pacífica entre todas las comunidades.
Abandonemos cualquier espíritu de venganza y odio, ya que de lo contrario correremos el riesgo de volver a caer en la violencia. Y eso no beneficia a nadie, porque todas las personas que mueren son centroafricanas y el país no puede prescindir de ninguna de ellas, pues las necesita para su recuperación social, humana, cultural y económica. La diversidad es una riqueza para nuestro pueblo y continúa siendo un activo muy importante para nuestra convivencia pacífica.
En última instancia, es necesario organizar talleres, debates, cursos de capacitación y sesiones sobre el tema del diálogo interreligioso, e invitar a todas las comunidades religiosas (a participar en estas iniciativas). No podemos olvidar a las emisoras de radio religiosas, públicas y privadas, de manera que el mensaje pueda llegar a toda la población.
En la República Centroafricana, el Centro apoya una plataforma de diálogo interreligioso que contribuye a la reducción de las tensiones entre las comunidades y al establecimiento de una paz duradera. El KAICIID también ha estado capacitando a líderes religiosos y miembros de la sociedad civil en el diálogo interreligioso para la paz y la reconciliación. El Centro también está dando seguimiento a la implementación del Plan de Acción de Viena para promover el diálogo interreligioso, adoptado en 2016 después de tres reuniones interreligiosas e intrarreligiosas convocadas por el KAICIID, y con el apoyo de representantes de las comunidades musulmana y cristiana, así como de diversos gobiernos.