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Aunque los gobiernos y las organizaciones seculares de la sociedad civil tienen importantes funciones que desempeñar en el logro de estos objetivos económicos, sociales y ambientales, no pueden hacerlo solos, ni deben hacerlo. La única manera de tener éxito de verdad y no dejar a nadie atrás es aprovechando las fortalezas únicas que los líderes y las comunidades religiosas aportan al abordar estos complejos desafíos mundiales.

Las comunidades religiosas realizan importantes contribuciones en términos de ayuda humanitaria, atención sanitaria, educación, erradicación de la pobreza y protección del medio ambiente en aquellos lugares donde la necesidad es mayor. Mueven billones de dólares y ayudan a miles de millones de personas en todo el mundo, ayudando a mejorar aspectos como la justicia social, los derechos humanos y el desarrollo sostenible a través de las fronteras políticas y físicas. Como resultado de esta buena labor, las Organizaciones religiosas han sido consideradas durante mucho tiempo como expertas en la esfera del desarrollo sostenible y son aliados vitales en la aplicación de los objetivos estratégicos del desarrollo sostenible.

Las Organizaciones religiosas y sus redes han obtenido un alto nivel de confianza y legitimidad en sus comunidades locales. Por ello, están en una posición única para promover el desarrollo sostenible en formas que otras organizaciones no pueden.

Las Organizaciones religiosas han promovido los principios subyacentes de los ODS durante décadas, mucho antes de que se establecieran formalmente en 2015. En Uganda, la Finn Church Aid ofrece a los jóvenes formación laboral y cursos de microempresa (Objetivo 4: Educación de calidad). En la India, la Fundación Bodhicitta adopta las enseñanzas budistas para poner fin al matrimonio infantil proporcionando a las niñas de todas las confesiones religiosas vivienda, alojamiento y educación (Objetivo 5: Igualdad entre los géneros). En Malawi, Khalsa Aid sigue el principio sij de servir a la humanidad para ayudar a las comunidades rurales a construir fuentes de agua sostenibles (Objetivo 6: Agua potable y saneamiento). En Estados Unidos, la Interfaith Power and Light de Nuevo México moviliza a las comunidades religiosas para que instalen paneles solares en las comunidades que carecen de acceso a la electricidad (Objetivo 7: Energía asequible y limpia). En México, los voluntarios de Hábitat para la Humanidad se guían por los principios cristianos de servicio, respeto y "amor en acción" al construir viviendas adecuadas para las familias cuyas vidas han sido devastadas por desastres naturales (Objetivo 11: Ciudades y comunidades sostenibles).

Estas destacadas iniciativas (e innumerables otras más) son emblemáticas de los esfuerzos de desarrollo sostenible que las organizaciones religiosas y las organizaciones confesionales se esfuerzan por llevar a cabo en todos los países. En muchos casos, las Organizaciones religiosas desempeñan un papel intermediario vital entre las comunidades donantes y las receptoras, superando las diferencias que puedan existir en términos culturales y de confianza gracias a la compasión y a los conocimientos locales que ayudan a satisfacer las necesidades más críticas.

 

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