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El poder de la resiliencia
El nuevo Museo de la Paz del Centro de Estudios sobre la Paz y los Conflictos (CPCS) se encuentra ubicado en una antigua escuela jemer de un pequeño pueblo a las afueras de Battambang, al noroeste de Camboya. Las vacas deambulan por esta construccion vanguardista mientras los aldeanos curiosos y los turistas se detienen para aprender más sobre el turbulento pasado de Camboya y las esperanzas para el futuro.
Emma Leslie, cofundadora y directora ejecutiva de CPCS, inauguró el museo con su marido y sus colegas en octubre de 2018, tras una impactante visita al Museo del Genocidio de Tuol Sleng en Phnom Penh.
“El Museo del Genocidio es importante porque documenta un punto de la historia que fue muy doloroso, pero no habla de cómo las personas salieron de esa experiencia y siguieron con sus vidas", dijo Emma. "Nuestro Museo de la Paz muestra la extraordinaria capacidad de los camboyanos para resistir, reconciliarse, reconstruir y mirar hacia el futuro. Y de cómo dicen, 'aquí sucedieron cosas terribles, y así es como nosotros, como país, tratamos con ellas.'"
Más de 1,5 millones de personas, aproximadamente el 25% de la población de Camboya, perecieron durante el brutal genocidio del régimen de los Jemeres Rojos a finales de la década de los 70.
Emma era sólo una niña en ese momento, a 7.000 kilómetros de distancia en la Australia rural. Creció aprendiendo sobre el genocidio y se trasladó a Camboya en 1997 para trabajar con la Campaña para la Prohibición de las Minas Terrestres. Después de casarse con el defensor de la paz local Soth Plai Ngarm y asentarse en Siem Reap, fundó el Centro de Estudios sobre la Paz y los Conflictos en 2008 para ayudar a compartir las lecciones únicas sobre la transformación de conflictos de su hogar adoptivo con las otros países en crisis.
"Camboya experimentó bombardeos en alfombra, genocidios, una guerra civil, un proceso de paz liderado de modo regional y, después, un extraordinario acuerdo de paz. Fue el primer país independiente administrado por las Naciones Unidas y luego experimentó el internacionalismo masivo que le llega a un país aislado durante tanto tiempo. Fue testigo del desarme, la desmovilización, la reintegración, el retorno de los refugiados, las elecciones, y luego un período de rehabilitación, reconstrucción, socorro, desarrollo y, ahora, la reconciliación que se está llevando a cabo. Así que tenemos aquí 40 o 50 años de historia extraordinaria que la gente ha vivido y que, de alguna manera, todavía es resistente, hospitalaria, generosa y sonriente. Elegimos establecer el Centro aquí porque Camboya tiene mucho que enseñar al mundo", dijo Emma.
Antes de trasladarse a Camboya, Emma dirigió intercambios interculturales entre Australia, Sri Lanka, Filipinas y Fiji, y realizó un curso de Respuesta al Conflicto en el Reino Unido, donde conoció a inspiradores defensores de la paz de todo el mundo.
"Por un lado, había un hombre de Somalilandia, que había estado en confinamiento solitario durante 10 años y se mantenía cuerdo tocando versos del Corán en código Morse en las tuberías a sus compañeros de prisión. Al otro lado, había una monja católica de Irlanda que vivía en Liberia y cuidaba a niños a los que les habían cortado las extremidades durante la guerra civil. En ese momento, decidí que quería pasar mi vida trabajando para acabar con el conflicto violento", comenta Emma. "Durante el curso, me di cuenta de que aliviar la pobreza es importante, las violaciones de los derechos humanos son importantes, pero si no entendemos profundamente las causas iniciales del conflicto y hacemos una estrategia para abordarlas, no cambiaremos nada".
El CPCS dirige ahora programas de maestría y doctorado en Transformación Aplicada de Conflictos con la Universidad de Pannasastra de Camboya, y lleva a cabo diversas intervenciones de consolidación de la paz en Filipinas, Corea del Norte, Tailandia, Myanmar, Sri Lanka y otros países para mejorar la sostenibilidad y la eficiencia de la labor regional en pro de la paz.
La iniciativa más reciente del CPCS, el Museo de la Paz de Camboya, se centra en los esfuerzos de reconciliación. Fue concebida por el esposo de Emma, Ngarm, un superviviente de los Jemeres Rojos que pasó 13 años como soldado.
"Como alguien que ha sobrevivido al genocidio, que ha sido niño soldado y que luego ha elegido el trabajo por la paz, tiene una historia única", dijo Emma. "Cuando Ngarm visitó el Museo del Genocidio en 1999, se dio cuenta de que no estaba contribuyendo al alivio de la gente, sino que estaba volviendo a traumatizarla. El Museo de la Paz nació a raíz de este problema de no saber cómo hablar del pasado de manera que te ayude a avanzar hacia el futuro".
En una de las exposiciones se documentan las actividades de retirada de minas y desarme de Camboya. Otra se centra en los más de 5.000 efectivos de mantenimiento de la paz camboyanos que han prestado servicios en Eritrea, Malí, el Congo, el Líbano y otras zonas de conflicto. Otra destaca la marcha anual por la paz de Dhammayietra, que comenzó en el decenio de 1990 con monjes budistas y laicos que se adentraron en partes de Camboya que habían estado aisladas durante decenios por las minas o por una infraestructura inadecuada.
"Una de las piezas centrales de esa exposición es sobre el monje camboyano Maha Ghosananda que dijo, 'del profundo sufrimiento surge la profunda compasión'. El Museo de la Paz nos ofrece la oportunidad de descubrir cómo es la compasión hoy en día y cómo podemos fomentarla", dijo Emma.
Mirando hacia el futuro del Centro y de Camboya, Emma ve la necesidad de fomentar el pensamiento crítico, la inteligencia emocional y el liderazgo transformador.
"Darse cuenta de nuestra riqueza como seres humanos, nuestras creatividades y las fuentes que tenemos que compartir con los demás desbloquea la capacidad para encontrar nuevos caminos hacia la paz y guiar a las personas en direcciones positivas. Ahora mismo estamos centrados en la espiral. No en una espiral negativa, sino en una espiral ascendente con energía hacia una visión que nos da poder, nos excita y nos inspira".
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