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- ¿Qué es el discurso del odio?
El discurso del odio está creciendo por todas partes del mundo, y el lenguaje de la exclusión y la marginación se ha colado en la cobertura de los medios de comunicación, las plataformas en línea y las políticas nacionales. Las comunidades se enfrentan a niveles cada vez más problemáticos de intolerancia, como el aumento del antisemitismo y la islamofobia, así como el odio y la persecución de los cristianos y otros grupos religiosos. En el ámbito público, el discurso se ha convertido en un arma para obtener beneficios políticos, con una retórica hostil dirigida a las minorías, los inmigrantes, los refugiados, las mujeres y el llamado "otro". El discurso del odio debilita y destruye comunidades, sembrando semillas de miedo, odio y desconfianza. Si no se controla, puede conducir a la violencia e incluso contribuir a crear las condiciones para el genocidio.
El Centro Internacional de Diálogo (KAICIID) cree que el discurso del odio requiere una respuesta coordinada por parte de los líderes religiosos, los responsables políticos, los periodistas y el público en general, tanto para hacer frente a sus principales impulsores como para proporcionar una respuesta coordinada que defienda los derechos fundamentales y la inclusión de todas las comunidades e individuos.
¿Qué es el discurso del odio y cómo incita a la violencia?
Aunque no existe una definición jurídica exacta de "discurso del odio", las Naciones Unidas lo definen en general como "cualquier tipo de comunicación oral, escrita o de comportamiento que ataque o utilice un lenguaje peyorativo o discriminatorio en relación con una persona o un grupo en función de lo que son, es decir, en función de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad". Cuando no se confronta, puede conducir a la violencia o a delitos de odio contra los grupos marginados. Aunque algunas declaraciones no inciten inmediatamente a la violencia, pueden sembrar semillas de intolerancia y rabia que lleven a legitimar actos de odio.
Para que los actos de incitación desemboquen en violencia, deben darse los siguientes elementos: un contexto propicio para la violencia, un orador influyente, un acto de habla ampliamente difundido, un público receptivo y un objetivo (normalmente grupos marginados).
Un acto constituye una incitación a la violencia cuando hay intención por parte del orador de propugnar o provocar la violencia. También es necesario que exista la probabilidad de que el acto pueda desembocar en violencia. Por lo tanto, aunque toda incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia supone discurso del odio, no todo el discurso del odio supone una incitación.
¿Qué es la libertad de expresión?
La libertad de expresión está protegida por el derecho internacional, con derechos claros esbozados en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DUDH) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP).
Sin embargo, la comunidad internacional también ha establecido ciertas limitaciones, como la de los discursos que propugnan "el odio nacional, racial o religioso" y "constituyen una incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia". Por lo tanto, es sumamente importante que los gobiernos establezcan marcos jurídicos sólidos sobre la incitación al odio que responsabilicen a los autores, defiendan la dignidad humana y protejan a los grupos marginados, sin dejar de equilibrar el derecho a la libertad de expresión.
La religión como objetivo y solución del odio
Entre 2007 y 2019, el Pew Research Center informó de un aumento significativo de las hostilidades sociales relacionadas con la religión, incluyendo la violencia y el acoso por parte de individuos, organizaciones o grupos privados.
Este aumento ha resultado especialmente evidente en Europa y en la región de Oriente Medio y Norte de África. En 2007, Pew Research documentó informes de seis países de Europa con incidentes de "agresiones a personas por expresiones religiosas que se consideraron violentas o amenazantes". Diez años después, esa cifra había aumentado a 25 países (de un total de 45 países en Europa). Los incidentes denunciados incluían ataques e insultos contra las comunidades judía y musulmana.
Durante este mismo periodo de tiempo, la región de Oriente Medio y Norte de África experimentó mayores niveles de acoso oficial a grupos religiosos en comparación con otras regiones del mundo. Esta categoría mide tipos de acoso que van desde la violencia y la intimidación hasta las denuncias verbales de grupos religiosos y las prohibiciones formales de ciertos grupos.
Los líderes religiosos son fundamentales en la lucha contra la incitación al odio y la discriminación, especialmente porque estas acciones socavan los valores de la diversidad religiosa y el pluralismo. Desgraciadamente, la religión se ha utilizado a veces de forma indebida para justificar la hostilidad y la incitación a la violencia. Es de vital importancia que los líderes religiosos de todas las confesiones muestren su liderazgo y den un fuerte ejemplo a sus seguidores.
Dado que los líderes y las organizaciones religiosas están activamente comprometidos con las comunidades locales, están bien posicionados para servir como mecanismos de alerta y respuesta temprana y alertar a las autoridades de la escalada de tensiones intercomunitarias. Es necesario hacer más esfuerzos para involucrar a los líderes religiosos en las estructuras de esos mecanismos de alerta y trabajar con los funcionarios del gobierno en una respuesta estratégica coordinada.
Contrarrestar y prevenir el discurso del odio
Aunque las autoridades gubernamentales son las principales responsables de prevenir la incitación y de proteger a su población de los crímenes atroces, es responsabilidad de todos poner fin a la incitación al odio y a la violencia que permite y fomenta.
Hay muchas maneras de contrarrestar y prevenir la incitación al odio. Entre ellas se encuentran:
- Sensibilizar a la población mediante entrenamientos comunitarios o educando a amigos y familiares sobre los peligros de la discriminación y la intolerancia.
- Denunciar las publicaciones en las redes sociales que difunden rumores o información errónea
- Fomentar los mensajes positivos de paz y tolerancia en las redes sociales y las plataformas en línea.
- Apoyar a las personas o grupos que son objeto de discursos de odio y animar a los responsables políticos a tomar medidas contra el lenguaje o las políticas discriminatorias
- Organizar talleres sobre periodismo sensible al conflicto para ayudar a los periodistas a desarrollar las capacidades éticas necesarias para identificar las fuentes de conflicto y para informar de manera justa y precisa.
- Formar comités de alerta y respuesta temprana a nivel nacional y local para vigilar el discurso del odio y otras formas de incitación a la violencia
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