Como mínimo 69 personas han sido asesinadas y muchas más han resultado heridas en la provincia de Nangarhar, en la zona este de Afganistán, tras la explosión de una bomba dentro de una mezquita durante las oraciones del viernes, según ha informado un portavoz provincial. El ataque, que todavía no ha sido reivindicado por ningún grupo, ocurrió justo horas después de que las Naciones Unidas afirmaran que el asesinato de inocentes durante el verano había alcanzado niveles sin precedentes. En respuesta a la noticia del ataque, la junta multirreligiosa del Centro Internacional de Diálogo (KAICIID) emitió la declaración siguiente:

“La Junta del KAICIID lamenta la muerte de tantas personas inocentes en el momento de la oración y transmite sus más sinceras condolencias a sus familias y seres queridos. Este acto imperdonable ocurre tras un verano de una violencia desoladora contra civiles, la cual, entre julio y septiembre de este año, y según datos de las Naciones Unidas, se ha cobrado la vida de 1174 civiles.

No importa la justificación que quieran encontrar los autores de estos horribles actos. Los ataques de esta naturaleza son nada menos que un asesinato masivo premeditado. El hecho de que las víctimas estuvieran orando en el momento del ataque subraya especialmente el mal que subyace a tal acto.

La Junta hace un llamamiento a la comunidad internacional, a los responsables políticos y a los encargados del mantenimiento de la paz, y a todas aquellas personas que de manera personal o colectiva tienen como cometido luchar contra los efectos del odio y la incitación contra los marginados y los vulnerables, para que redoblen sus esfuerzos en nombre de aquellos que se encuentran en el punto de mira simplemente por la confesión que profesan. No hay justificación para la violencia en ninguna de las religiones; todas las religiones comparten valores de paz y aceptación”.