El padre Nehme Saliba nació en un Líbano multicultural en 1974, el mismo año en que estalló la guerra civil. Habiendo vivido sus años de formación en un contexto de feroz conflicto religioso y político, hoy está decidido a educar a los jóvenes contra el mal uso de la religión para justificar la violencia.
"Intento que mi comunidad sea inmune", dijo, describiendo su empeño en crear una cultura interreligiosa cohesionada. "Y por 'mi comunidad' no me refiero sólo al Líbano. Mi comunidad incluye a los países árabes, porque los países árabes sufren muchas de las mismas enfermedades".
Las "enfermedades" a las que se refiere son los conflictos que tienen una dimensión religiosa, alimentados por grupos como el Da'esh, contra cuya virulencia está decidido a vacunar a los jóvenes.
Durante su infancia, Nehme no se dejó influir por la retórica divisoria de las comunidades cristiana y musulmana del Líbano. La forma en que las diferentes tradiciones religiosas eran demonizadas por las otras le parecía espuria y artificiosa. "Nunca he creído en la demonización de los musulmanes porque he tenido la experiencia de convivir con ellos", dijo.
Un primer encuentro con Su Eminencia, el Reverendo Metropolitano George Khodr, alentó el interés de Nehme por aprender más sobre cómo los seguidores de las tradiciones religiosas cristianas e islámicas podrían relacionarse mejor entre sí. También despertó en él la pasión por trabajar para crear una coexistencia pacífica, especialmente con los jóvenes.
Al haber trabajado anteriormente con el Movimiento Juvenil Ortodoxo, entiende muchos de los prejuicios con los que lidia la juventud libanesa, así como la forma en que estas ideas preconcebidas pueden influir rápidamente en las peleas entre cristianos y musulmanes. En la actualidad, se dirige a los futuros líderes del Líbano, los estudiantes de las universidades locales, invitándoles a superar los estereotipos y los conflictos.
Durante el Programa de Becas de 2018, Nehme, junto con otros 15 becados de diferentes países árabes, desarrolló y puso en marcha el Foro Juvenil de la Región Árabe para el Diálogo Interreligioso e Intercultural (AYFIID por sus siglas en inglés).
"Nuestros talleres no consisten en dar conferencias, escribir libros o contar historias", dijo Nehme. "Tratan sobre el autodescubrimiento. Y el diálogo no consiste sólo en intercambiar información. Se trata de compartir una parte de uno mismo".
En sus talleres han participado universitarios de las principales ramas musulmanas y tradiciones cristianas. Un ejemplo del enfoque experiencial es animar a los participantes a que se imaginen llevando el día a día de otra persona.
"El diálogo consiste en compartir y empatizar con los demás", dijo. "Así, al tomar algo personal tuyo y dárselo a otra persona, y al recibir lo mismo de ella, te abres a la experiencia de otra persona y compartes con ella. Y si puedes compartir la perspectiva de alguien, ese es el primer paso para poder compartir sus valores".
Nehme cree que este enfoque del diálogo ayudará a los jóvenes a cambiar sus vidas para mejor, concretamente abordando sus miedos por medios pacíficos, en lugar de la violencia. También quiere dotarles de las habilidades necesarias para diseñar sus propias soluciones a los problemas que tienen en sus comunidades.
Para muchos de los participantes, participar en AYFIID ha sido una revelación. Para algunos, fue la primera oportunidad de conocer a un miembro de la religión drusa. Para otros, como los miembros de la comunidad suní, los talleres supusieron la primera oportunidad de conocer a un musulmán chií. Los talleres de AYFIID también hacen hincapié en la inclusividad y la igualdad de género, involucrando tanto a hombres como a mujeres.
"Los jóvenes que participan en los talleres utilizan las redes sociales para difundir su mensaje de comprensión, compartiendo imágenes, vídeos y opiniones con sus propias redes y creando el tipo de viralidad necesaria para vencer los prejuicios", dijo Nehme.
Considera que el impacto inicial de AYFIID no es más que un punto de partida para construir un futuro mejor para la siguiente generación, incluidos sus hijos, Nabil (15), Houda (13) y Naya (9). Y en el KAICIID cree haber encontrado un socio y defensor de confianza.
"El KAICIID muestra mucho respeto por las iniciativas de los becarios, así como por los voluntarios y los participantes. El Centro da crédito a tus propias iniciativas y aprecia tu trabajo de una manera que muchas organizaciones no lo hacen. Eso lo valoro mucho", dijo.
En cuanto a la escala de su ambición, tanto para el Líbano como para el mundo, Nehme no atenúa su creencia en el poder del diálogo para crear cambios. Cree que, con el cristianismo basado en el amor y el islam basado en la misericordia, el Líbano cuenta con una base firme para crear y mantener comunidades culturalmente cohesionadas.
"El diálogo es como una piedra benévola que lanzo al mar de la vida", dijo. "Y veo cómo esta piedra crea círculos concéntricos que se extienden muy, muy lejos".