Aumento del discurso del odio. Polarización feroz. Aislamiento y desconfianza avivados por el COVID-19. Vecinos que ya no se conocen por su nombre. Estas son algunas de las alarmantes tendencias que afectan a muchas sociedades occidentales. Sin embargo, en un mundo cada vez más fracturado, la organización portuguesa MEERU cree que el diálogo con los refugiados y solicitantes de asilo puede ser la clave para volver a unir a las comunidades.
Alejado de las rutas terrestres y marítimas tradicionales utilizadas por los refugiados y solicitantes de asilo, Portugal ha permanecido bastante aislado de los miles de personas que huyen hacia las costas europeas. Sin embargo, en un momento en que muchos de sus vecinos están endureciendo las fronteras, Portugal ha aumentado los flujos de inmigración en casi un 39%, acogiendo a 888.200 migrantes en 2019.
Según el director ejecutivo de MEERU, Pedro Amaro Santos, el país ha reubicado activamente a los refugiados de los campamentos superpoblados de Italia y Grecia, lo que le ha valido elogios generalizados de organismos internacionales, como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Aun así, dice, los recién llegados a Portugal se enfrentan a importantes retos de integración, y ahí es donde las organizaciones de la sociedad civil pueden ayudar.
“Cuando hablamos de personas en movimiento, siempre hay algo que añadir", comenta Santos. "MEERU trata de complementar el sistema y ofrece apoyo técnico para encontrar vivienda, empleo y crear vínculos en la comunidad local.”
Es este último objetivo el que hace que el modelo de MEERU sea tan singular. Al advertir que muchas personas que buscaban refugio experimentaban desconexión y soledad -factores que suelen conducir al fracaso de la integración-, Santos y su equipo pusieron en marcha "MEERU Aproxima". El proyecto recluta voluntarios locales, llamados "equipos de proximidad", de comunidades del norte de Portugal y los empareja con familias de refugiados. Los voluntarios se encargan de llevar a las familias a excursiones culturales, de ayudar a los recién llegados a superar las barreras lingüísticas y las expectativas de la comunidad y, sobre todo, de establecer relaciones para toda la vida.
"Ahora mismo tenemos 37 voluntarios de 8 ciudades que trabajan con 14 familias, y estamos trabajando para reclutar más equipos de proximidad", afirma Isabel Martins da Silva, directora de Comunidad de MEERU y cofundadora del proyecto MEERU Aproxima. "Nuestros objetivos son bastante ambiciosos, quizá no en escala o número, pero sí en permanencia. Queremos crear vínculos permanentes en la comunidad".
A medida que los individuos se repliegan en sus casas, amurallados tras los ordenadores portátiles y las pantallas de los teléfonos móviles, da Silva admite que crear vínculos comunitarios es cada vez más difícil. "El diálogo lo es todo", señala.
El uso que hace MEERU del diálogo interreligioso e intercultural ayuda a los voluntarios y a las familias a "crear un espacio seguro para conocerse y aprender a vivir juntos", contribuyendo a la cohesión social. El proyecto también se ha manifestado de forma sorprendente: "Las familias de acogida y los refugiados se ayudan mutuamente en la renovación de sus casas. Uno de los hermanos pequeños del voluntario es ahora el mejor amigo de la hermana pequeña de la familia de refugiados que acoge. Todos en el proceso forman parte del sistema comunitario", corrobora.
Santos afirma que el éxito de la creación de relaciones entre completos desconocidos impulsó al equipo de MEERU a plantearse preguntas más amplias, como si el diálogo podría provocar que los vecinos se acercaran unos a otros o fomentar comunidades solidarias: "Empezamos a preguntarnos cómo podría esto contribuir o transformar nuestro mundo".
Y aunque los informes sobre los beneficios económicos, sociales y culturales de la migración están bien documentados, MEERU quiere pensar en algo más grande. "Cuando hablamos de acoger a los refugiados y a los inmigrantes, no lo hacemos sólo por el valor económico. Esperamos que haya un valor humano, con una transformación completa de la comunidad. Nuestros voluntarios cambian completamente con el proceso de trabajar con migrantes y refugiados, incluso la percepción que tienen del mundo".
Santos afirma que la transformación va más allá de la percepción de las personas que buscan refugio, o incluso de los "extranjeros" en su conjunto, y se extiende a las personas más cercanas: vecinos que comparten la misma cultura e idioma, pero que pueden tener opiniones políticas diferentes, creencias religiosas u opiniones opuestas sobre aspectos de la vida comunitaria.
"Creemos que el proceso de acogida cambia la perspectiva que se tiene sobre la relación con otros seres humanos. Vemos que este impacto se extiende a todos los que rodean a nuestros voluntarios".
La singularidad del proyecto de diálogo de MEERU en el contexto portugués motivó al equipo a buscar experiencia e intercambio de conocimientos en otros países. Poco después de que la organización se pusiera en marcha, Santos descubrió el Proyecto de Integración a través del Diálogo del KAICIID y el correspondiente manual de integración a través de una búsqueda en Google.
Entonces se topó con la Red para el Diálogo, apoyada por el KAICIID, que pone en contacto a agentes de base, como MEERU, así como a académicos y responsables políticos que trabajan en el ámbito de la integración. Entre los miembros y aliados de la red también se encuentran organizaciones de ayuda a los refugiados y de diálogo bien establecidas, como ADRA, el Servicio Jesuita a Refugiados, Arigatou International, HIAS Europe, Islamic Relief y la Federación Internacional de la Cruz Roja (FICR). MEERU anunció su propia adhesión a principios de este año.
"Cuando empiezas desde la base, es inteligente y sabio inspirarse en alguien que ha hecho esto durante mucho tiempo, a mayor escala, con más impacto y en otros contextos", comenta Santos. "Nuestro enfoque es aportar algo nuevo e innovador, pero necesitábamos encontrar formación para los voluntarios, así como ideas teóricas para apoyar lo que estábamos haciendo. Encontramos muchos recursos a través de la Red que eran exactamente lo que buscábamos".
Santos dice que el equipo de MEERU también espera con interés el Foro anual de Diálogo Político Europeo sobre Refugiados y Migrantes de la Red, que se celebrará este año en Lisboa y que reunirá a cientos de participantes para compartir las mejores prácticas de integración y las recomendaciones políticas.
"Queremos que nuestra agenda de diálogo y acogida encuentre un espacio en la opinión pública, así como crear soluciones duraderas", dice Santos. "El Foro de Diálogo Político Europeo es una oportunidad para hacerlo".
Da Silva espera que el Foro también contribuya a establecer "relaciones reales y sostenibles" que continúen mucho después de que los programas formales hayan terminado. "No queremos sólo programas sociales que duren varios meses y luego desaparezcan. Luchamos por un mundo en el que todos tengan un lugar permanente al que pertenecer".