Combatir las ideas erróneas y el odio a través del diálogo interreligioso en Irak está demostrando ser una tarea eficaz, ya que los jóvenes miembros de las minorías religiosas que son objeto de la violencia sectaria se reúnen con sus homólogos de las otras comunidades religiosas para conocerse, gracias a la ayuda de un equipo multicultural especializado.
El Grupo de Diversidad de Irak está formado por personas de diversos orígenes religiosos que proceden de distintas ciudades y zonas del país, como Bagdad, Nínive y Duhok. Hasta ahora, han conseguido reunir a más de 40 personas, las cuales han participado en diferentes sesiones presenciales en Nínive, Alqosh, Shekhan y Duhok.
Su proyecto cuenta con el apoyo del KAICIID a través del Programa Diálogo 60, que promueve el diálogo y la cooperación interreligiosa e intercultural en el mundo árabe.
"Sentimos que algunos grupos religiosos iraquíes están desatendidos y no hay mucha conciencia sobre su realidad", dice Saher Merza Darwish, coordinador del proyecto, que explica que la iniciativa, dirigida por un equipo de seis iraquíes de diversas religiones, se puso en marcha para sensibilizar sobre algunos de los grupos religiosos marginados del país, incluida su propia comunidad de yazidíes.
Merza es un formador en desarrollo humanitario afincado en las llanuras de Nínive, y dirige la recién fundada Organización de Paz para las Minorías Iraquíes.
Hace siete años, se vio obligado a huir de Sinjar, su ciudad natal, cerca de la frontera noroeste del país con Siria, cuando los yazidíes fueron blanco del llamado "Estado Islámico" en lo que fue reconocido por las Naciones Unidas como un ataque genocida.
Merza ha trabajado durante tres años en la promoción del diálogo religioso, la consolidación de la paz y la protección de los derechos de las minorías en Irak. Según él, los líderes religiosos de las comunidades confesionales del país tienen un papel crucial en la lucha contra la discriminación y el odio.
En las sesiones de diálogo organizadas por el Grupo de la Diversidad Iraquí participan yazidíes, cristianos y musulmanes interesados e implicados en la labor de sus comunidades religiosas, así como activistas de la sociedad civil que apoyan el diálogo interreligioso o miembros de organizaciones no gubernamentales que trabajan en este ámbito.
"Decidí participar porque trabajo en este campo y quería mejorar mi experiencia, entablar relaciones con otros y conocer su cultura", dice Nasreen Elias, activista de la sociedad civil que participó en uno de los actos.
"Hablamos del discurso del odio y de las ideas erróneas sobre las religiones", explica. "Lo mejor de la sesión fue la construcción de relaciones mutuas y el fortalecimiento del diálogo religioso". Durante la sesión, los participantes entablaron un diálogo que puso en tela de juicio los estereotipos existentes y les ayudó a construir un terreno común basado en valores compartidos.
Fayza Ismail, activista de los derechos humanos de los yazidíes de las llanuras de Nínive, explicó que sus firmes convicciones sobre la importancia del diálogo interreligioso para la coexistencia pacífica resultaron de gran influencia en su participación en las sesiones.
"Debatir sobre los estereotipos y encontrar formas de desafiarlos para acercarme a otras personas de forma correcta fue especialmente útil para mí, porque resulta que sí tenía algunas ideas equivocadas sobre los demás", admite Ismail.
"Hablar con los demás es muy importante, sobre todo en estos tiempos, en los que necesitamos un intenso diálogo interreligioso para lograr una convivencia pacífica y tender puentes".
Abordar las percepciones erróneas y los discursos de odio
La primera ronda de sesiones, que reunió a 11 participantes, se centró en la imagen del otro: cómo perciben las distintas religiones los miembros de otras comunidades.
"Los miembros de las distintas comunidades religiosas se ven a veces influidos por percepciones erróneas sobre otras confesiones", afirma Merza. "Queríamos demostrar que estos prejuicios son erróneos y explicar por qué lo son".
La segunda sesión de diálogo, titulada "Viaje a la paz", reunió a 21 participantes y se centró en la incitación al odio con el objetivo de concienciar sobre este tema fuera de las comunidades de las minorías religiosas locales, que son las que más han sufrido esta forma de discriminación.
"No había un tema específico... pero intentamos aprender unos de otros, como hacemos en cada sesión. Esta vez, por ejemplo, hicimos a nuestros interlocutores preguntas como dónde, con qué frecuencia y cómo rezan en mezquitas, iglesias y otros lugares religiosos o en casa", explica.
Veinte personas participaron en la tercera y última ronda de sesiones de diálogo organizadas por el Grupo de Diversidad de Irak.
Durante su última reunión, el 29 de marzo, los participantes no sólo debatieron sobre la diversidad religiosa en un encuentro, sino que también visitaron santuarios, iglesias y mezquitas que han sobrevivido a los conflictos y a la violencia sectaria y que han coexistido a pocos kilómetros de distancia entre sí durante siglos en la región.
Lugares simbólicos como espacios de diálogo
Los distritos y ciudades iraquíes en los que se celebraron las sesiones de diálogo son especialmente significativos en términos de diversidad religiosa.
La provincia de Nínive, donde el ISIS había establecido su bastión en la capital de la región, Mosul, es mayoritariamente musulmana suní, con una minoría de cristianos, algunos de los cuales han regresado recientemente, tras la liberación de la ciudad.
Alqosh, en las llanuras de Nínive, no está lejos de la ciudad de Mosul. La mayoría de su población, mayoritariamente católica caldea, se vio obligada a huir en 2014 al no conseguir el grupo terrorista hacerse con el control de la ciudad.
Shekhan, en la gobernación de la región del Kurdistán iraquí, está poblada mayoritariamente por yazidíes, con una minoría de cristianos asirios.
Duhok, también situada en la región del Kurdistán, tiene una población mayoritariamente musulmana y, al mismo tiempo, alberga una de las principales iglesias cristianas asirias de la región, así como grandes comunidades de católicos caldeos, cristianos siríacos y yazidíes. También acoge a una gran población de desplazados internos yazidíes y asirios que huyeron del ISIS, y también a refugiados sirios procedentes del otro lado de la frontera.