El proyecto "Faith4SDGs" del KAICIID exhibe el trabajo de los agentes religiosos en la prestación de educación de calidad, agua limpia, energía renovable, empleos, viviendas seguras y la garantía de la igualdad de género en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Esta semana, el proyecto apoya el Festival de Acción Mundial de los ODS para promover las asociaciones interreligiosas en torno al desarrollo sostenible y la igualdad de oportunidades para todos.
"Como meteorólogo en Nigeria, puedo decir con autoridad que casi todos los modelos climáticos indican que África va a ser la más afectada por el cambio climático".
Este es el sombrío pronóstico del Dr. Auwal Farouk Abdussalam, uno de los muchos miembros de la comunidad climática que temen lo peor para el continente más empobrecido del planeta.
Según las previsiones de la ONU, entre 75 y 250 millones de africanos sufrirán este año un mayor déficit hídrico debido al aumento de las temperaturas.
Las crisis climáticas están vinculadas a muchos de los problemas más graves de África: impulsan las migraciones y los desplazamientos masivos cuando las inundaciones arrasan los hogares; paralizan el sector agrícola -la columna vertebral de la economía africana- cuando la sequía destruye los cultivos y las fuentes de agua; ponen en peligro la seguridad alimentaria y los medios de subsistencia; y aumentan la propagación de enfermedades infecciosas.
A su vez, estos efectos exacerban los problemas socioeconómicos endémicos, influyen en la violencia regional y acumulan presión sobre los sobrecargados sistemas sanitarios.
Y, sin embargo, "la mayoría de las personas que corren mayor riesgo ni siquiera saben lo que es el cambio climático", afirma Abdussalam, becado del KAICIID y experto en clima que trabaja con grupos religiosos para concienciar sobre el medio ambiente.
"Tenemos que conseguir que los líderes religiosos actúen unidos, porque tienen muchos seguidores. Gozan tanto de la lealtad de la élite como de las comunidades campesinas y rurales. Cuando hablan, la gente los escucha porque les respeta".
Sin embargo, antes de que puedan ensalzar las virtudes del ecologismo, los líderes religiosos deben reunirse y aprender los objetivos clave de la embajada del clima. De ellos, Abdussalam ha identificado seis:
1. Concienciar sobre el cambio climático
"El principal reto es que una enorme proporción de la población no es consciente del cambio climático", explica Abdussalam, por lo que los líderes religiosos deben, en primer lugar, implicar a sus congregaciones en el tema.
Esto es especialmente cierto en el caso de las comunidades rurales, donde la concienciación sobre el clima tiende a ser menor, a pesar de su mayor vulnerabilidad al cambio climático.
En Nigeria, casi tres cuartas partes de la población dependen exclusivamente de la agricultura de secano para su sustento y vida. Con el aumento de las temperaturas, las precipitaciones son menos predecibles, afirma Abdussalam, lo que dificulta a los agricultores la planificación de sus cosechas.
En algunas partes del continente -sobre todo en el Cuerno de África- la disminución de las precipitaciones ha provocado disputas territoriales y, en varios casos, conflictos armados.
2. Educar a las comunidades para marcar la diferencia
Aunque es vital, no basta con difundir el mensaje del cambio climático, afirma Abdussalam. Los líderes religiosos también deben dar a sus seguidores los conocimientos necesarios para marcar la diferencia.
"Los grupos religiosos deberían liderar la formación de la población local sobre las medidas prácticas que pueden tomar para ser más ecológicos. Hemos visto algunos avances en este sentido a nivel mundial, especialmente en el sudeste asiático".
La comunidad musulmana de Indonesia es un buen ejemplo. En 2016, el más alto consejo islámico del país emitió una fatwa sobre la quema de bosques, fomentando otros medios más ecológicos para despejar el espacio para la agricultura. A nivel popular, los líderes musulmanes también han promovido el cambio verde, animando a los agricultores locales a inundar sus tierras -un proceso que facilita la captura de carbono- en lugar de incendiarlas.
Según Abdussalam, en algunas partes de África están arraigando iniciativas similares. En Kenia, por ejemplo, las mezquitas están desempeñando un papel cada vez más activo para desalentar el uso del carbón vegetal como fuente de combustible, mientras que el movimiento menonita del país ha desempeñado un papel clave en la construcción de "presas de arena", estructuras de tierra que reducen el desperdicio de agua en las comunidades rurales.
3. Aumentar la colaboración con los líderes políticos
Para que África esté a la altura del reto del cambio climático, los líderes religiosos deben llevar su mensaje no sólo al interior de las zonas rurales, sino también al corazón del gobierno, añade Abdussalam.
"Los legisladores africanos, por desgracia, no se toman tan en serio las cuestiones climáticas. Los debates se domicilian en los ministerios de medio ambiente y en las conferencias sobre el clima. Es decir, sólo en la periferia de la toma de decisiones".
Con su privilegiada posición social, los líderes religiosos están bien situados para presionar contra esto, cree Abdussalam. Deben convertirse en "grupos de presión, utilizando sus púlpitos y sermones" para fomentar un cambio de rumbo en las altas esferas, afirma.
Las ramificaciones de la salud pública del cambio climático en África hacen que esto sea especialmente urgente, ya que se prevé que muchas de las enfermedades más mortales del continente -meningitis, cólera, malaria- aumenten su prevalencia a medida que aumenten las temperaturas.
"Por ejemplo, en las tierras altas de Etiopía. Antes no había mosquitos porque hacía demasiado frío", dice Abdussalam. "Pero ahora tenemos casos de malaria en esas comunidades, y la inmunidad es muy baja".
4. La predicación de la conciencia climática y la moderación
Entretejida en el tejido de la mayoría de las religiones, la moderación es clave para luchar contra el cambio climático.
"Lo vemos con los coches en la carretera, con la energía utilizada para alimentar nuestros hogares. Si la gente es codiciosa y sigue queriendo más, no podremos reducir las emisiones de carbono", afirma Abdussalam.
Con su capital moral, los líderes religiosos de todas las tradiciones deben desafiar este uso excesivo, recurriendo a las escrituras para inculcar a sus seguidores la necesidad de autodisciplina.
Esto es especialmente cierto en el caso de "los ricos y los que tienen", que tienen una responsabilidad especial de actuar con conciencia climática, explica Abdussalam.
"Puedes ver a alguien que viaja en jet privado. Si tuviera que practicar la moderación, utilizaría en su lugar el transporte aéreo comercial, lo que reduciría las emisiones de carbono."
5. Llevar el mensaje más allá de las fronteras y los partidos
En la lucha por el clima, Abdussalam cree que los líderes religiosos deben ser activos no sólo a nivel popular y estatal, sino también en un escenario más amplio.
"Tienen que llevar su mensaje a debates y conferencias transfronterizos y entre partidos, porque el calentamiento global no pertenece a una sola comunidad o país, sino a todo el planeta".
El proyecto "Faith4SDGs" del KAICIID ha tratado de apoyar la colaboración global mostrando organizaciones religiosas que están a la vanguardia del desarrollo sostenible. Entre las organizaciones destacadas se encuentran Khalsa Aid, un grupo humanitario internacional con raíces sij, que se esfuerza por suministrar agua potable a las comunidades desfavorecidas de Malawi, e Interfaith Power and Light, que trabaja para mitigar los efectos del cambio climático en las comunidades vulnerables e indígenas.
6. Movilización de fondos y recursos
Esta labor no sería posible sin acceso a financiación. Por eso, según Abdussalam, los líderes religiosos deben informarse a sí mismos y a sus seguidores sobre la disponibilidad de apoyo financiero.
El Fondo Verde para el Clima (GCF) de la ONU es el punto de partida para muchos.
Con sus profundos bolsillos -el fondo está valorado en más de 10.000 millones de dólares-, el FVC dirige el dinero hacia los países que necesitan inversiones centradas en el clima. Nigeria es una de las naciones africanas que ha recibido financiación, con planes para numerosos proyectos de energía solar que proporcionarán electricidad limpia a las comunidades rurales.
Cada uno de estos objetivos debe ponerse en marcha inmediatamente. África ya va por detrás de la curva del cambio climático, advierte Abdussalam, y el continente se enfrenta a una emergencia medioambiental muy real. Sin una rápida actuación de sus comunidades religiosas, esto podría convertirse en un desastre muy rápidamente.