Este año las Naciones Unidas celebran el 20º aniversario de la adopción de la Resolución 1325 (2000) del Consejo de Seguridad sobre la mujer, la paz y la seguridad, una resolución histórica que reconoce la inmensa contribución de las mujeres a la paz y la seguridad internacionales, así como su papel fundamental en la prevención y resolución de conflictos, y el mantenimiento y la consolidación de la paz.
En Nigeria, Justina Mike Ngwobia, becada del KAICIID, ha atendido al llamamiento de las Naciones Unidas, trabajando para fomentar la capacidad de las mujeres dirigentes en la prevención de conflictos y asegurar su plena participación en los procesos de paz.
Para Justina Mike Ngwobia, el empoderamiento de la mujer es fundamental a la hora de lograr la prosperidad mundial y poner fin a los conflictos violentos.
"Las mujeres constituyen casi la mitad de la población mundial. Cualquier sociedad que descuide este importante potencial de recursos humanos no puede lograr un desarrollo significativo", dijo.
Estos principios están consagrados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y en la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que subraya el impacto de la guerra en las mujeres y su papel integral en la creación de sociedades pacíficas y justas.
Incluso antes de que el COVID-19 amenazara con derribar las estructuras de seguridad e intensificar la violencia y las violaciones de los derechos humanos, los conflictos y la inestabilidad ya afectaban de un modo desproporcionado a las mujeres y las niñas. Las Naciones Unidas han pedido a sus estados miembros que adopten medidas especiales para proteger a las mujeres y a las niñas en los conflictos armados, en particular contra la violencia de género, la violación y otras formas de abuso sexual.
"Los conflictos afectan a las mujeres de manera diferente que a los hombres", destacó Ngwobia. "En casi todas las partes del mundo, las mujeres se enfrentan a amenazas a su vida, salud, seguridad y bienestar debido a que están sobrecargadas de trabajo y a su falta de poder e influencia".
Ngwobia cree que no incluir a las mujeres en los procesos de paz sólo sirve para empeorar las desigualdades e intensificar las situaciones de conflicto. "Por eso la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es un documento político clave que ha reconocido la importancia de la inclusión y la participación de las mujeres en la paz y la seguridad".
Ngwobia ha trabajado para incluir a las mujeres en los procesos de paz y seguridad en Nigeria durante casi 20 años. En todo el país, el prolongado conflicto sobre los derechos de la tierra, la asignación de recursos, así como la feroz rivalidad política y económica han dado lugar a profundas divisiones entre las líneas étnicas y religiosas.
El 7 de septiembre de 2001, estallaron disturbios entre las comunidades cristianas y musulmanas en la casa de Ngwobia en Jos, que duraron casi dos semanas y provocaron la pérdida de más de mil vidas. En ese momento, trabajaba con el Consejo Cristiano de Nigeria para mejorar las relaciones entre cristianos y musulmanes.
"Descubrí que las mujeres tenían un papel que desempeñar para poner fin a la violencia", dijo. Tras los disturbios, Ngwobia trabajó incansablemente durante la década siguiente para que las mujeres pasaran de ser espectadoras pasivas a ser protagonistas poderosas.
En 2016, se incorporó al programa de becado del KAICIID y, posteriormente, puso en marcha una iniciativa que unió a un grupo de mujeres valientes comprometidas a llevar la sanación a las comunidades cristiano-musulmanas divididas de Nigeria.
Junto con un aliado musulmán, Ngwobia ha enseñado a las mujeres cristianas y musulmanas a prevenir, vigilar, analizar y mediar en los conflictos. Hasta la fecha, el programa de cinco días y varias fases ha formado a casi 300 mujeres en los estados de Adawama, Kaduna, Plateau y Taraba.
La primera parte del programa se centra en el fomento de la confianza, que según Ngwobia es fundamental para garantizar el éxito de la formación. "Queremos que las mujeres se den cuenta de lo que son realmente capaces de hacer."
Los días siguientes se centran en la mejora de las habilidades de comunicación, la comprensión de las causas del conflicto y el uso del diálogo interreligioso para la paz.
La iniciativa ha sido reconocida por ONU Mujeres, y a los participantes se les ha otorgado la designación de Mujeres Mentoras de Paz. Las mentoras tienen la tarea de capacitar a otras mujeres de Nigeria para que se comprometan activamente con las cuestiones de paz y seguridad y hagan campaña contra las injusticias de género en sus comunidades.
Ngwobia considera que se trata de un paso importante en el empoderamiento de la mujer, que define como la creación de "una atmósfera en la que las mujeres puedan tomar decisiones informadas sobre sus propios intereses y beneficios personales, así como para su comunidad".
Iniciativas de base específicas como la de Ngwobia, así como campañas a nivel nacional, han abierto gradualmente las puertas para que las mujeres asuman más funciones de liderazgo en todo el continente. "En los últimos 20 años, la representación de las mujeres en los parlamentos nacionales ha aumentado, especialmente con la campaña de paridad 50:50 de la Unión Africana (UA) y la política de género de la UA en 2010", según la Oficina de la Asesora Especial para África de las Naciones Unidas. "Sin embargo, la proporción de escaños parlamentarios en el promedio regional sigue siendo baja, con sólo un 22,4% para las mujeres y un 77,6% para los hombres, con una proporción ligeramente inferior para los puestos ministeriales ocupados por mujeres".
"Las mujeres han quedado relegadas a un segundo plano como consecuencia del continuo abuso de las prácticas religiosas, las estructuras sociales patriarcales y los estereotipos culturales y tradicionales, que han dado a los hombres una ventaja en todos los aspectos de la sociedad, incluidos los del poder social, económico y político", dijo Ngwobia.
Estas diferencias de género son aún más notables en los procesos de paz, por lo que iniciativas como la de Ngwobia son particularmente vitales. Por ejemplo, según el Consejo de Relaciones Exteriores, "entre 1992 y 2019, las mujeres constituyeron, en promedio, el 13% de los negociadores, el 6% de los mediadores y el 6% de los participantes en los principales procesos de paz de todo el mundo". Alrededor de siete de cada diez procesos de paz no incluyeron a mujeres mediadoras o involucradas".
Ngwobia argumenta que la falta de mujeres en la mesa es la razón por la que muchos procesos de paz se rompen. "Ya sea en la gobernabilidad o en la paz y la seguridad, la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones aportará una perspectiva más inclusiva al proceso. La mayoría de las decisiones fracasan porque no se incluyó a todos los segmentos de la sociedad desde el principio".
Hoy en día, Ngwobia está trabajando para ampliar sus proyectos, buscando añadir más socios y recursos. Se siente particularmente orgullosa de que su iniciativa esté ayudando a las mujeres a verse a sí mismas como participantes seguras en la sociedad y, a su vez, a convertirse en agentes de cambio en sus comunidades.
También se esfuerza por afirmar y promover los valores culturales y religiosos que sustentan las oportunidades y la inclusión de la mujer. A menudo, esto significa trabajar para lograr la asociación y el apoyo de los dirigentes masculinos de su comunidad, de modo que puedan abordar juntos las cuestiones relativas a la igualdad entre los géneros.
"La capacidad de empoderar a las mujeres para que se conviertan en participantes activas en todos los aspectos de los procesos de adopción de decisiones y la posibilidad de participar de manera que se incluya a los hombres en la lucha por el empoderamiento de la mujer marca la diferencia para mí como mujer africana. En realidad, creo que no puedo alcanzar el éxito yo sola".
Ngwobia añade que, aunque la definición de empoderamiento de la mujer no difiere entre los continentes o las culturas, también es importante reconocer que puede haber necesidades diferentes en función de los contextos regionales.
"Lo que necesitamos como mujeres africanas es acceso a la educación, atención sanitaria, justicia y derechos humanos. Para las mujeres de Europa, puede tratarse de la necesidad de un mayor reconocimiento. Ahí es donde entra en juego la diferencia", continuó.
No obstante, dice, los beneficios que las mujeres aportan a la resolución de conflictos y a los procesos de paz son los mismos en todo el mundo.
"Las mujeres son emocionalmente inteligentes y tienen un corazón muy compasivo. Son activos poderosos que pueden aminorar los desafíos en conflictos y guerras en todo el mundo. Si se les da espacio para participar y aportar estas ricas perspectivas, puedo dar fe de que el mundo será un lugar mejor".