Claudia Koehler es una socióloga especializada en migración, educación, integración y juventud. También es Directora Ejecutiva del Instituto Farafina, un centro de estudios con sede en Alemania que trabaja temas de participación, bienestar y derechos humanos, sobre todo en asuntos relacionados con África. El 16 de abril, participó como oradora experta en el seminario web del KAICIID titulado "Integración a través del diálogo - Oportunidades para los refugiados y los migrantes" (pulse para escuchar en inglés)
En muchos países industrializados, la pandemia del COVID-19 está poniendo de relieve la gran brecha digital que existe en la sociedad. A medida que los estudiantes se ven obligados a pasar a la enseñanza en línea, crece la preocupación de que la exclusión digital esté afectando desproporcionadamente a la educación de las familias de los estratos socioeconómicos más pobres, en particular a los refugiados y migrantes.
"Muchos refugiados y migrantes -en particular los jóvenes- carecen de las herramientas necesarias para participar en la enseñanza a distancia", afirma Claudia Köhler, socióloga, experta en migración y Directora Ejecutiva del Instituto Farafina, con sede en Bamberg.
"Los refugiados suelen vivir en alojamientos en los que puede haber un solo punto de WiFi para todos y esto, en el supuesto de que tengan acceso a dispositivos digitales".
"El aprendizaje digital puede ser una oportunidad si se pone al alcance de todos"
Sin embargo, Köhler cree que, a largo plazo, el aprendizaje digital también podría convertirse en una oportunidad si los dispositivos se ponen a disposición de todos. "Internet es sinónimo de internacionalización. Anteriormente, las experiencias internacionales, como los programas de estudios en el extranjero, eran un privilegio para las familias más ricas. Hoy en día, el uso de los canales digitales puede cambiar eso".
Otras oportunidades, según Köhler, son las redes de contactos en línea y las plataformas de aprendizaje digital, que ahora están abiertas a cualquier persona que disponga de un dispositivo digital y ya no son sólo accesibles para los que pueden permitirse viajar.
"Si podemos asegurarnos de que todos los jóvenes del sistema educativo cuenten con dispositivos digitales, entonces supone gran potencial", afirma Köhler.
El propio programa de intercambio internacional del Instituto Farafina invita a los participantes, incluidos los refugiados, a trabajar juntos en pequeños grupos, intercambiar ideas y diseñar conceptos para proyectos que fomenten un cambio social. La organización también ha creado una plataforma en línea denominada "Action for change", en la que los usuarios pueden unir sus fuerzas y solicitar financiación externa.
"La educación no termina con la infancia"
Köhler dice que es vital asegurar el acceso al aprendizaje en línea para todos, ya sean inmigrantes o no, y que estas oportunidades deben estar orientadas a todas las edades, ya que la educación no termina con la infancia.
"Muchos refugiados ya no están en edad escolar. A menudo han perdido años de educación, ya sea debido a su largo viaje, a la situación en su país de origen o a ambas cosas". Estas personas necesitan tener acceso a la educación cuando llegan, independientemente de su edad", dijo.
Muchos se enfrentan a barreras legales en sus comunidades de acogida y carecen del derecho a una escolarización regular, a una formación profesional o a clases de idiomas. "Todo esto ha empeorado debido al COVID-19 y al confinamiento", explica.
"Los estudiantes necesitan profesores con antecedentes migratorios como modelos de conducta y constructores de puentes"
Los refugiados y migrantes más jóvenes también se enfrentan a la discriminación en las aulas y a problemas de integración. Según Köhler, estos retos deben ser planteados en todo el sistema educativo.
"Si analizamos estudios relacionados con la discriminación y los prejuicios en las escuelas, observamos que, en muchas ocasiones, el comportamiento proviene de los profesores y no de los compañeros", dice Köhler.
Los prejuicios sutiles y los más visibles hacia los estudiantes de origen inmigrante repercuten en la autopercepción, lo que, según Köhler, hace que muchos empiecen a dudar de sus propias habilidades y capacidades. Esto repercute en su rendimiento educativo y, en consecuencia, es más probable que elijan profesiones poco cualificadas.
Köhler dice que una forma de resolver este problema es asegurar que haya más profesores de origen inmigrante. "Son muy importantes, tanto como modelos de conducta para los estudiantes como para tender puentes entre éstos, el maestro y la familia del estudiante"
Un ejemplo es Suecia, donde se ha elaborado un procedimiento de "vía rápida" destinado a ayudar a los refugiados que fueron maestros, a convalidar los títulos de enseñanza de su país de origen en menos de un año. Para ofrecer a los participantes un acceso rápido al contenido de los cursos, se utilizan tanto el sueco como su lengua materna como idiomas de instrucción. "Ésta es una iniciativa que debería ser copiada por otros países", comenta.
"Además, tenemos que desarrollar una mayor comprensión sobre la importancia que tiene la diversidad en nuestro sistema educativo. Debemos aceptar que la diversidad no es un problema sino algo positivo que debe ser considerado como potencial; como parte de nuestros puntos en común, no como una excepción", añade Köhler.
"Las creencias religiosas son el factor de resistencia más importante para la mayoría de los refugiados"
Köhler añade que el fortalecimiento del diálogo interreligioso, especialmente en las escuelas, podría suponer un importante factor para asegurar la coexistencia pacífica y la comprensión mutua.
"Según un estudio al que contribuimos recientemente sobre la cuestión de la resistencia, la religión casi siempre desempeña un papel vital en la vida de los refugiados recién llegados". Hacer hincapié en la diversidad en las escuelas tiene un gran potencial. "Si a todos los estudiantes se les enseñaran los conocimientos básicos sobre las diferentes religiones, se darían cuenta de que hay muchos elementos de conexión entre ellos y de que las diferencias no tienen sentido".
"Los migrantes y los refugiados deben ser socios en igualdad de condiciones"
El diálogo también crea relaciones y aumenta la confianza interpersonal, lo que es vital para desmontar los prejuicios hacia los recién llegados que hay en los países de acogida. "La mayoría de las personas que no proceden de la inmigración nunca han tenido ningún contacto personal con un refugiado. Siempre que se crean conexiones a través de encuentros personales, independientemente del formato, se consigue un entendimiento interpersonal positivo".
Köhler cree que permitir que los refugiados y los migrantes marquen el camino ayudará a facilitar el proceso de integración. "Muy pocos programas son conceptualizados, diseñados o dirigidos por los propios refugiados y migrantes. Lo mismo ocurre en el mundo académico, la política e incluso la sociedad civil. Vemos que existen iniciativas dirigidas a los migrantes y refugiados, pero que fueron pensadas enteramente por personas sin antecedentes migratorios. Tenemos que considerarlos como aliados en igualdad de condiciones".