A lo largo de la avenida Ringstrasse de Viena, jóvenes resguardados bajo sus paraguas vigilan día y noche las fotografías de varios supervivientes del Holocausto. Desde su inauguración hace tres semanas, la instalación artística “Lest we Forget” (Para que no olvidemos) del artista germano-italiano Luigi Toscano ha sufrido actos de vandalismo hasta en tres ocasiones, en las que ha aparecido cubierta de esvásticas, insultos racistas y grandes rasgones provocados por cuchilladas.
La muestra, compuesta por 50 retratos fotográficos de unos dos metros de alto, presenta los rostros y las historias de personas que sobrevivieron a la persecución nazi. Está expuesta en la famosa avenida vienesa desde el 7 de mayo.
Una iniciativa de cooperación interconfesional impulsada por la Unión de Estudiantes Judíos de Austria, Juventud Católica de Austria, Juventud Musulmana de Austria y Juventud Cáritas, ha permitido movilizar a voluntarios que vigilan la exposición durante las 24 horas con la determinación de proteger los rostros de los supervivientes de nuevos actos de vandalismo.
En cuanto se tuvo conocimiento de estos actos, la asociación Juventud Musulmana de Austria hizo un llamamiento en los medios sociales para conseguir vigilancia nocturna.
“Cuando vimos las fotografías destrozadas de los supervivientes del Holocausto, supimos que teníamos que hacer algo. No queríamos que volviera a ocurrir. Deseábamos transmitir un mensaje muy claro: que este odio no puede dividirnos como austriacos”, afirma Nesrin El-Isa, miembro de Juventud Musulmana de Austria.
A esta iniciativa se sumaron pronto otras organizaciones civiles y religiosas que, en un acto de solidaridad interreligiosa, la hicieron llegar a sus miembros y organizaron grupos de acción en Facebook. Cáritas aportó tiendas de campaña y chaquetas; el personal del Museo de Historia Natural, que está cerca de allí, llevó café y té. Otras personas acudieron con palabras de ánimo y pizzas para los voluntarios.
“Hay una buena relación entre nuestras organizaciones”, apunta Fatima Ali, de Juventud Musulmana de Austria. “Simplemente empezamos a llamarnos unos a otros y, de repente, éramos 50 personas. Creo que no importa a quién le haya pasado, nos habríamos unido de todos modos porque hay un vínculo de solidaridad entre nosotros”.
Los jóvenes, sentados bajo la intensa lluvia, con el rostro iluminado por la luz parpadeante de las velas, hacen turnos de vigilancia hasta la clausura de la exposición el 31 de mayo. Algunos incluso tienen útiles de costura para remendar las fotografías dañadas, puntada a puntada. Las heridas y los cortes infligidos en los rostros fotografiados han dado paso a cicatrices puntiagudas.
“Fue su primer impulso”, apunta Ariane Gollia, representante de Cáritas. “Querían reparar el daño que se había hecho”.
Muchos de los congregados afirman que la vigilancia nocturna es un símbolo de la capacidad de cooperación interconfesional para unir a la gente cuanto una crisis intenta alejarlos.
“Nos ha conmovido profundamente este gesto de nuestros amigos de Juventud Musulmana de Austria”, ha escrito la Unión de Estudiantes Judíos de Austria en Facebook. “A pesar de lo descorazonador que fue el ataque a los retratos de los supervivientes de la Shoah, esta muestra de solidaridad humana, interreligiosa y de la sociedad civil nos da esperanza”.
“Estas personas querían destruir”, añade Ali. “Sin embargo, han unido a muchas personas: jóvenes y ancianos, distintas organizaciones, diferentes creencias. Eso es lo que han conseguido en realidad”.